Por Juan Pablo Ojeda
A pesar del alto al fuego firmado entre Israel y Hamás el pasado 10 de octubre, la violencia continúa en la Franja de Gaza, poniendo en evidencia la fragilidad de la tregua y la vulnerabilidad de los civiles. Este jueves, tanques militares israelíes bombardearon el área de Sheikh Nasser, al sur de Jan Yunis, provocando “potentes explosiones que se escucharon en toda la zona”, según reportaron fuentes locales a EFE. Hasta el momento, no se han reportado víctimas por estos ataques, pero la tensión sigue aumentando en la región.
Sheikh Nasser se ubica junto a la recientemente designada “línea amarilla”, el área de retiro de tropas israelíes dentro del territorio gazatí. Según el acuerdo de alto al fuego, los civiles palestinos tienen estrictamente prohibido acercarse a esta zona, considerada militarmente sensible. Sin embargo, en los trece días posteriores a la entrada en vigor de la tregua, el Ejército israelí ha disparado de manera constante desde estas posiciones contra palestinos que intentan regresar a sus hogares para evaluar los daños, muchas veces sin saber que se encuentran en un área militarizada.
El Ejército ha iniciado un proceso de señalización de esta línea amarilla, colocando postes de hormigón de 3.5 metros pintados de amarillo cada 200 metros. Según las autoridades militares israelíes, “el proceso de marcado continuará en el futuro próximo” para advertir a los civiles sobre los límites del área militarizada. Sin embargo, la implementación de estas medidas no ha impedido que los enfrentamientos y los incidentes con civiles se sigan registrando, generando preocupación en la comunidad internacional sobre la protección de la población civil.
Pese a la tregua de trece días, el Ministerio de Sanidad de Gaza reporta al menos 88 muertos y 315 heridos, víctimas de ataques israelíes durante este periodo. Las cifras reflejan la gravedad de la situación y la difícil condición de seguridad en la que viven los habitantes de la Franja, quienes enfrentan diariamente el riesgo de ataques aéreos y terrestres incluso en un contexto de alto al fuego.
Organizaciones humanitarias y observadores internacionales han manifestado su preocupación por la situación y han llamado a ambas partes a respetar los acuerdos de cese al fuego y a garantizar la protección de los civiles. La continua tensión en Sheikh Nasser y otras zonas de Gaza evidencia que, aunque existan acuerdos diplomáticos, la paz en la región sigue siendo frágil y depende tanto del cumplimiento de los compromisos como del control de las fuerzas militares sobre sus acciones en territorio ocupado.
Analistas internacionales señalan que la persistencia de estos incidentes podría complicar futuras negociaciones de paz y aumentar la presión sobre organismos multilaterales para intervenir y garantizar la seguridad de la población civil. Mientras tanto, los residentes de Gaza continúan viviendo entre la incertidumbre y la amenaza constante de nuevos ataques, lo que hace que la estabilidad en la región siga siendo extremadamente precaria.
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