Por Juan Pablo Ojeda
El boxeo despide a uno de sus peleadores más completos de las últimas décadas. Terence Crawford, estadounidense de 38 años, anunció su retiro profesional con un récord perfecto de 42 victorias en 42 combates, una marca que muy pocos pueden presumir y que respalda una carrera construida con disciplina, talento y decisiones tomadas en el momento justo.
Crawford explicó que su retiro no responde a una falta de condiciones físicas ni a la ausencia de ofertas, sino a algo mucho más difícil de lograr en el boxeo: irse por decisión propia. En un video difundido en redes sociales, dejó claro que se marcha en paz, consciente de haber ganado la batalla más importante, la de elegir cuándo colgar los guantes.
Su despedida llegó tras una de las peleas más comentadas de los últimos años. En septiembre de 2025, Crawford enfrentó al mexicano Saúl “Canelo” Álvarez, subiendo dos divisiones para retarlo en peso supermedio. Contra todo pronóstico, se llevó la victoria por decisión unánime y se coronó campeón indiscutido, cerrando su carrera con una gesta histórica y un récord inmaculado.
A lo largo de 17 años como profesional, el peleador originario de Omaha construyó un palmarés difícil de igualar. Fue campeón indiscutido en tres categorías distintas —superligero, wélter y supermedio— y además obtuvo títulos mundiales en ligero y superwélter. En total, acumuló 18 campeonatos mundiales y dejó claro que su dominio no estuvo limitado a una sola división.
De sus 42 triunfos, 31 llegaron por nocaut, una cifra que refleja no solo su técnica, sino también su capacidad para definir combates. Crawford fue un boxeador completo: inteligente, versátil, con lectura de pelea y pegada suficiente para imponerse en distintos escenarios y ante rivales de alto nivel.
En el plano económico, también se va como uno de los grandes ganadores de su generación. De acuerdo con estimaciones especializadas, Crawford superó los 100 millones de dólares en ganancias sobre el ring, consolidándose como una figura que supo capitalizar su talento sin perder el control de su carrera.
En su mensaje de despedida, Crawford habló más desde lo humano que desde lo deportivo. Reconoció que todo boxeador sabe que este momento llega, aunque nunca sepa exactamente cuándo. Dijo que peleó no solo por cinturones o dinero, sino por esa sensación que se vive cuando el mundo duda de ti y aun así sigues adelante. Peleó por su familia, por su ciudad y por el niño que alguna vez solo tuvo un sueño y un par de guantes.
Así, Terence Crawford no dice adiós al boxeo desde la derrota ni desde el desgaste, sino desde la cima. Se va invicto, campeón y en paz, dejando un legado que lo coloca entre los grandes de la historia reciente del deporte.
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